Título: Viva la muerte
Dirección: Fernando Arrabal
Año de producción: 1970
Guión: Fernando Arrabal, Claudine Lagrive,
según la novela Baal Babilonia, de Fernando Arrabal
Fotografía: Jean Marc Ripert
Música: Jean-Yves Bousser
Montaje: Laurence Leininger
Sonido: Pierre Louis Calvet
Decorados: Hechmi Marzouk
Títulos de crédito: Roland Topor
Maquillaje: Heger Daldoul
Asesor Técnico: Jacques Poitrenaud
Productores: Hassen Daldoul, Jean Velter
Producción: Isabelle Films (París) y S.A.T.P.C. (Túnez)
Intérpretes: Mahdi Chaouch, Nuria Espert, Anouk Ferjac, 
Ivan Henriques, Víctor García, Mohamed Bellasoued, Jean Louis Chassigneux, Fernando Arrabal
Duración: 88 minutos




  
Vite! Plus fort!


La película muestra el complejo camino entre el amor y la libertad para un niño que vive la Guerra Civil española. Parece que siempre existen dos bandos. Este dificultoso paso del niño al hombre es protagonista para contar una de las casi infinitas historias ocurridas durante la Guerra. Y en este caso, la fotografía juega un papel crucial, pues, no hace sino reforzar, con esas imágenes surrealistas y la estética, el absurdo que personifica cualquier tipo de violencia. Siempre desde un punto de vista crítico, irónico, incluso con un toque de humor. Desde el principio, por ejemplo, la canción del niño que, cargada de ilusión, acompaña una ilustración sádica.


Considerándose a sí mismo el director perteneciente al movimiento de cine "Pánico", la película muestra contínuas imágenes sádicas, donde aparece sangre en abundancia, armas, heces, torturas, etc. Todo esto cobra protagonismo en la mente del niño que, perdido, y habiendo perdido a su padre, pone en duda todos sus valores, incluso la confianza pura en su madre. Parece imposible resumir de forma más sencilla y elemental lo que ocurre en una Guerra Civil, sangre contra sangre. Hay un intento de iluminación mediterránea, la película se rueda en Francia porque Fernando Arrabal se encuentra en el exilio, que con grandes planos y una localización y puesta en escena similar a la de cualquier pueblo español, consigue transportar al espectador a esa luz calmada del sur. Los momentos de tensión mental, en los que se muestran las ensoñaciones y visiones del niño se contraponen a la fotografía narrativa que estructura la película. El blanco y el negro. El director muestra imágenes que saturan, saturadas, poco comprensibles, rápidas, oscuras, jugando continuamente con la estética, despistando. Y por eso es fundamental, por que muestra delirios y lleva la penosa situación histórica, a un realidad absurda. 


Deja en ridículo al mismísimo miedo.

1 comentario:

  1. Una buena oportudiad para aprender a no discriminar el arte, buena suerte!!

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